Por dios chicas.. ya tenemos bastantes machistas por el programita, como para aguantar a este vigorexico enganchao a los anabolizantes y a la buena coca, no publiqueis mas mierda de ese tipo porque es darle cancha a este tipo de fracasados malformados, y no necesitamos a otro cromañon mas diciendo gilipolleces, cuando no sabra ni deletrear el abecedario, hiere mi sensibilidad visual cada vez que lo veo. A ver si este imbecil cree que su madrecita no abrio bien las piernas para su papi, o que su hermana no lo estara haciendo con los que pueda.... si yo fuera su madre sentiria mucha verguenza ajena leyendo y escuchando las cosas que este ha dicho sobre las mujeres.
Hace unas horas publique un comentario sobre este gilipollas y veo que no esta... yo no se si lo habeis borrado o que, pero lo unico que decia era la verdad. Que este pobre cateto ignorante es un puto machista, ademas de un vigorexico de mierda enganchao a los anabolizantes y a la farlopa....y que menudas las y los chonis que se meteran en la cama con este cerdo apestoso, que seguro y tendra mas ETS que un travelo sidoso callejero, bueno.. que tan siquiera alguien quiera echar un mal polvete con este picha corta ya lo dice todo, muy inteligentes y cuerdos no deben ser las tias y tios que se lo follan... Y lo ultimo era que.. a ver si se creia este asqueroso que su madrecita no abrio bien las piernas para su papi, quizas ese fue el problema, que las debio de cerrar para no tener que parir a tal elemento.... yo si fuera su madre sentiria verguenza ajena de tener un hijo varon que dice tantas gilipolleces y denigra de ese modo a la mujer
...que se acuerde este afeminado que tiene madre, hermana y demas...asi que si todas son unas "iguales", TODAS lo son entonces
Educacion con este machista vigorexico??? de hecho, creo que me quede corta en cuanto a mi comentario. Como mujer ofende leer y escuchar las cosas que este ha dicho y dice sobre las mujeres tantos en las redes, como hizo en television en su dia. Él falta el respeto continuamente, y no solo hacia las mujeres, sino a los que no tienen musculitos, a los que llevan gafas, a los que no estan curtidos hasta el culo de rayos, a los que no son guaperas a sus ojos, etc, etc.. con lo cual que tipo de respeto merece este ser?!
educación con él no educación con todas/todos los que leemos tu comentario él no sabe leer, no va a leer tu comentario pero nosotros sí y como alguien dijo una vez: me gustan más los comentarios ingeniosos que me hacen reir que los que se cagan en la madre que lo parió :-)
Jossi, el que fuera pretendiente de Liz y posteriormente lo intentara con María, vuelve a por Triana la nueva tronista.... //////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////// Aldo, el cubano que entró primero a conquistar a Lola y más tarde a Liz.... ahora vuelve a por Triana!!!! //////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////// RECICLAR, RECICLAR, RECICLAR SIN PARAR.....................
VAIS A FLIPAR, ESTO DE LO QUE HABLA RAFA, EN EEUU ES UN NEGOCIO (SEGURO QUE EL ASPIRA A HACER LO MISMO) En la que se ha convertido en una de las citas más célebres de Joss Whedon, el director y guionista norteamericano dice: «Hazlo oscuro, hazlo sombrío, hazlo duro, pero entonces, por el amor de Dios, mete algún chiste». Seguramente Whedon tiene razón, pero quizá hay un momento en el que no caben los chistes ni la ironía ni el sarcasmo.
Porque hay temas que deben leerse sin aligerar. Porque hay temas donde nos estamos jugando la supervivencia de nuestra dignidad como seres humanos.
Porque el machismo hace un daño terrible a todo el mundo, incluso a los hombres
Hace unas semanas, Lara Monrosi e Ignacio Tudela publicaban un artículo en el que, de alguna manera, denunciaban los métodos y las prácticas de Álvaro Reyes, autodenominado «gurú de la seducción». Reyes se gana la vida escribiendo libros, grabando vídeos e impartiendo seminarios por todo el país, en los que explica a otros hombres las técnicas adecuadas para solucionar sus «problemas de inseguridad y de acercamiento con las mujeres». En definitiva, que nos enseña a ligar. Como el artículo, los contenidos de sus clases se acercan peligrosamente —cuando no se asientan de lleno— en los territorios del acoso y la violencia de género: «No esperes su permiso. Siéntete con derecho para hacer lo que quieres. Pedir permiso es síntoma de inseguridad», «No te inclines hacia ella cuando ella está hablando. Mantén una postura corporal erguida y dominante» o «Tu reto es aprender qué es un “NO” de verdad y qué es un “NO” que significa que sí» son algunas de las frases de presentación del ínclito.
Puede que estas actividades nos resulten sorprendentes en España, pero lo cierto es que los expertos en conquistas, o como les gusta llamarse a ellos, Pick Up Artists («artistas del ligue»), son un fenómeno razonablemente frecuente en la cultura anglosajona y especialmente en los Estados Unidos. Algunos de sus más famosos representantes como Ross Jeffries o Zan Perrion llevan dedicándose a esto desde hace más de diez y veinte años y forman parte estructural de un negocio enormemente lucrativo que incluso tiene su propia asociación internacional: la IDCA, International Dating Coaching Association. Y casi todos ellos basan sus prácticas en la consideración de la mujer como mero objeto de conquista. Y al final, como mero objeto.
Piensen en el lema que emplea Frank T. J. MacKey, el personaje interpretado por Tom Cruise en Magnolia y que es el epitome de la pick up culture: «Respeta la polla. Domina el coño». Sin embargo, si han visto el formidable filme de Paul Thomas Anderson, sabrán que bajo la sudorosa cáscara misógina de MacKey se esconde un enquistado rencor hacia los hombres. Y por eso se lleva su dinero.
Hace dos años, la periodista Katie J. M. Baker destapaba en Jezebel la existencia de una peculiar subcultura deAnti-Pick Up Artists. Los miembros de esta comunidad son hombres resentidos tanto con las mujeres que no quieren estar con ellos, como con los gurús del ligue que les habían prometido éxito, pero que, en última instancia, no se lo han proporcionado. Se sienten estafados económica, pero también moralmente, por ellos.
De alguna manera, aciertan en la sintomatología —los gurús del ligue estafan a hombres—, pero se equivocan en el diagnóstico. Para ellos, las mujeres siguen siendo las enemigas que les niegan su «legítimo» acceso al sexo o incluso al amor; y los gurús que les han engañado son, sencillamente, otros enemigos que se han aprovechado de su baja autoestima y su ingenuidad a la hora de enfrentarse al «juego de la seducción». De lo que no se dan cuenta, y fíjense bien, es de que es precisamente la objetificación de la mujer, el considerar que ellas no son nada más que un trofeo, lo que les ha llevado a creer a unos charlatanes que vieron en ellos las víctimas propiciatorias de su discurso falaz. Si tu comprensión de la sociedad te hace considerar el amor como una suerte de acoso y derribo, como un asalto al castillo, entonces, efectivamente eres una víctima. Pero no solo una víctima de los que te estafan en primer grado, sino de tu propia concepción del mundo. Y sí, eres un hombre y eres una víctima del machismo.
Ser blanco es la hostia, porque puedes viajar a cualquier punto del tiempo y te van a tratar como un rey. Si eres negro, lo tienes jodido. Eso sí, los blancos podemos viajar a cualquier punto del pasado, porque en el futuro lo vamos a pagar con creces. Nos van a dar bien por el culo por todo lo que hemos hecho. Y desde luego que nos lo mereceremos. (El humorista Louis C. K., congratulándose de ser blanco).
Escuchando a Louis C. K., me pregunto si los hombres ya estamos empezando a pagar por los milenios de una sociedad machista. Y si es el propio machismo el que nos lo está cobrando, aunque no nos demos cuenta.
Con cierta frecuencia se acusa a determinados anuncios televisivos de ser feministas, hembristas o feminazis. Sin duda, la imagen que proyectan de los hombres es la de unos incapaces, unos inútiles en lo que respecta a las labores domésticas. Seguramente conocen a más de un hombre que es así, de igual manera que conocerán a más de una mujer. Y también conocerán a muchos hombres y mujeres perfectamente competentes en el hogar. Ahora, ¿realmente creen que esa imagen estereotipada del hombre como palurdo doméstico es feminista? ¿Que es una contestación a los innumerables anuncios machistas que ha habido en el último siglo?
No lo es. Ese anuncio hace exactamente lo mismo que el anuncio de Ponche Caballero: discriminar qué cosa es de hombres y qué cosa es de mujeres. Y además perpetúa exactamente los mismos roles de género: los hombres no tienen que hacer el trabajo de la casa porque ese es un asunto mujeres. Porque han sido esos siglos, esos milenios de sociedad discriminatoria los que han asentado una separación de intereses que es, por otro lado, absolutamente ridícula, de lo que pueden dar fe todos esos hombres y mujeres capaces y autónomos que ustedes conocen y que hemos mencionado antes.
Evidentemente, que la publicidad nos considere a los hombres como unos inútiles superficiales que solo estamos preocupados por el fútbol y los coches es una chorrada comparado con la discriminación laboral, la desigualdad salarial o la violencia sexual a la que se enfrentan muchas mujeres. Sin embargo, sin llegar a tanto, el machismo social también tiene algunas consecuencias graves para los hombres.
Según afirma la abogada Sofía Maraña en ABC, los datos del Consejo General del Poder Judicial de 2012 dicen que, en situaciones de divorcio con hijos, la custodia de los mismos se otorga en un 84% a las madres, en un 9% compartidas y en un 7% a los padres u otros tutores. Las asociaciones de padres separados que, en general, buscan el, a priori loable, objetivo de la custodia compartida, a menudo esgrimen estos datos para demostrar la desigualdad de las sentencias judiciales y la flagrante discriminación a favor de la mujer que ellos padecen. Como ocurre con los antigurús de la seducción, de nuevo aciertan en la sintomatología —las mujeres se benefician de una evidente discriminación positiva en el otorgamiento de custodias—, pero en este caso ni siquiera emiten un diagnóstico. Ellos tan solo quieren que desaparezca la discriminación para dar paso a una situación más igualitaria.
Y es que cuesta creer que los parámetros que debe tener en cuenta el juez a la hora de dictar su sentencia favorezcan a las mujeres en 84 de cada 100 pleitos; pero aún cuesta más creer que el juez haya decidido desatender estos parámetros de manera consciente para firmar así una resolución discriminatoria e injusta.
Lo que no cuesta nada creer es que, tras siglos de machismo social, la jueza o el juez no sean inconscientemente parciales. Porque si los roles de género han establecido durante eones que el hombre debe salir a trabajar y las mujeres deben quedarse en casa como encargadas del cuidado de los hijos, entonces es muy difícil que un juez, por muy imparcial que deba ser, no se vea influido dramáticamente por la sociedad en la que está inmerso. Y no me malinterpreten, por supuesto que no hay nada malo en las labores domésticas ni en el cuidado de los hijos; es un trabajo a veces arduo pero a menudo muy satisfactorio y gratificante. Lo malo es establecer que solo a la mitad de la población le corresponde llevar a cabo ese trabajo arduo. Porque entonces, la gratificante satisfacción que suele conllevar también le corresponderá solo a esa mitad. Y es el machismo el que nos la quita a los hombres.
Pero el machismo es mucho peor, incomprensiblemente peor para las mujeres
Fotografía: Man Alive! (CC)
Si son ustedes mujeres, es posible que le hayan pedido alguna vez a un hombre —un amigo o su pareja, si son heterosexuales— que les acompañe a la puerta de su casa para no ir sola. Quizá especialmente si esa noche llevan puesto un vestido corto o una minifalda. Cuando a los hombres nos piden dicha ayuda, la solemos ofrecer sin pensar en las implicaciones que tiene que una mujer, por firme y dura que sea, pida caminar acompañada. Y es que nosotros nunca sentiremos lo que sienten ellas cuando oyen pasos tras de sí en la noche. Nunca prestaremos especial atención a si nuestra ropa enseña demasiado los hombros o los muslos o la espalda. Nunca tendremos que elegir si cruzar o no por una calle solitaria por miedo a que nos violen.
Como dijo Neil Gaiman: «Todas estas situaciones son duras, tristes y terribles. Puedo empatizar con ellas y puedo intentar entenderlas, pero sé que nunca lo haré por completo».
Porque jamás comprenderemos lo que significa ser una mujer.
Seguramente recuerden la polémica que se levantó durante las fiestas de San Fermín de 2013, en las que se vieron imágenes inexcusables y absolutamente inimaginables en cualquier otro ámbito. La discusión pública se concentró en dos puntos muy peligrosos: que algunas mujeres reían y disfrutaban con los tocamientos, y que si no querían que las tocasen, que no hubiesen enseñado las tetas e incluso que no hubiesen ido a San Fermín.
No, miren, las cosas no funcionan así. O mejor dicho, no deberían funcionar así.
En primer lugar, porque puede que algunas de las mujeres disfrutasen con los tocamientos, pero lo cierto es que, en 2013, se registraron cuarenta denuncias por agresión sexual durante las fiestas. Y en segundo lugar porque nos estamos saltando un paso fundamental: el consentimiento. Que alguien enseñe las tetas no da derecho a que nadie se las toque, es el consentimiento de la poseedora de esas tetas el que nos lo concede. Por supuesto, enseñar las tetas en un lugar público puede tener consecuencias, pero son consecuencias legales. Es decir, quizá te pueden detener por desórdenes o escándalo público si la legislación así lo regula; pero esa, y solo esa, es la responsabilidad que debe asumir quien se desnude en público. La responsabilidad del abuso es de quien abusa y solo de quien abusa.
Y no comprender esta clara división de las responsabilidades nos puede conducir a una asunción aún más terrible: que las mujeres no pueden disfrutar en paz de una fiesta. Y que es culpa suya. Afortunadamente, el propio Ayuntamiento de Pamplona pareció entender la gravedad de estos hechos y, lejos de defender las agresiones como propias de la fiesta, lanzó una campaña para este año 2014 en la que, entre otras cosas, decía que «Hemos vivido en una cultura que protege al agresor, pidiendo condescendencia a las chicas o las mujeres para aceptar piropos, babosos intentos de ligue, molestias o acosos porque estamos de fiesta, porque no pasa nada, porque es la costumbre, porque eres mía o porque quiero que lo seas, aunque tú no quieras».
Sin embargo, el Ministerio del Interior no parece tener claro quién debe asumir las responsabilidades de una agresión, y hace apenas unas semanas, ha publicado en su web unos consejos para la «Prevención de la violación». Entre estos consejos incluye no hacer autostop, no transitar por calles oscuras y solitarias o no poner el nombre de pila en el buzón de correos si la mujer vive sola.
Porque genera un estado de miedo constante y sostenido, y transmite una desconfianza universal al identificar a todos los hombres como potenciales agresores. Pero sobre todo, porque los consejos van dirigidos solo a las mujeres, haciéndolas responsables de las posibles agresiones que puedan sufrir si no los siguen. Y además, estos consejos limitan libertades esenciales: si eres mujer no puedes caminar sola, no puedes subirte a un autobús casi vacío y tienes que renunciar a tu nombre de pila. Por si acaso.
Lo siguiente sería limitar las agresiones sexuales impidiendo que las mujeres vistan con minifalda o con tacones. O incluso obligándolas a no salir de casa. Ya saben, la mejor manera de que no te roben un coche es no sacarlo jamás del garaje.
Pero, ¿saben cómo se reducirían las violaciones a una mínima expresión? Enseñando a los hombres a no violar.
Por supuesto, la sociedad nunca se verá completamente libre de violaciones, como nunca dejará de haber asesinatos o robos. Pero si la cultura social deja de jalear y de alentar los comportamientos abusivos y discriminatorios, si se responsabiliza a los verdaderos agresores y se rechazan sus actuaciones desde todos los ámbitos, incluyendo los privados, entonces créanme, las mujeres —todas las mujeres, incluso las que nunca han sufrido ni sufrirán agresiones— serán más felices y la sociedad —toda la sociedad, los hombres y las mujeres— vivirá en igualdad y en libertad. Vivirá en paz.
Este es el vídeo que el joven de veintidós años Elliot Rodger subió a YouTube la mañana del pasado 23 de mayo. Al cabo de una hora había matado a seis personas y herido a otras trece. Regó de cadáveres el campus de Santa Bárbara de la Universidad de California en Isla Vista. Dos mujeres y cuatro hombres. Después se suicidó.
El vídeo se llama «Elliot Rodger’s Retribution», la represalia de Elliot Rodger. En él, el joven se considera un hombre amable y considerado. Y sin embargo, acusa a todas las mujeres que no le han correspondido, a todas las mujeres que, según él, le han condenado a seguir virgen precisamente por ser «un buen chico». Y también a los hombres, a los «chicos populares» que sí han tenido éxito con ellas. Y les advierte de que van a pagar por ello.
Tras los asesinatos, el portavoz de la familia Rodger indicó que Elliot siempre había sido un chico con problemas psicológicos y psiquiátricos y que había acudido durante varios años a terapia. Como dije antes, nunca podremos estar libres de asesinatos o agresiones, y fue el propio Rodger el responsable último de sus crímenes; pero sería peligroso obviar la influencia del machismo social, lo que los anglosajones llaman rape culture, en la formación de su personalidad. Como recogió Alan Duke en la CNN, Elliot Rodger formó parte de la comunidad Pick Up Artistsy, en vista de su «fracaso», acabó en la Anti-Pick Up Artist. Su vídeo y su diario estaban salpicados con frases de resentimiento y odio misógino: «¡Cómo se atreven todas esas chicas a evitarme así! ¡Cómo se atreven a insultarme así! Merecen un castigo y se lo voy a dar», «Cuando dejé las clases, dejé al fin de ver a todas esas preciosas chicas que no podía tener», «¿Por qué las chicas me odian tanto?», «Le di a todo el género femenino una última oportunidad para concederme los placeres que yo merecía».
Tras los asesinatos, en Twitter aparecieron cientos, quizá miles de mensajes de repulsa no solo de los crímenes, sino de toda la rape culture que había conducido a ellos. Y también de apoyo no solo a las víctimas, sino a todas las mujeres.
El hashtag se llamó #YesAllWomen, y venía a decir que todas las mujeres tenían derecho a tomar sus propias decisiones, fuesen correctas o equivocadas. Que todas las mujeres podían vestirse como les viniese en gana sin temor a ser insultadas, vejadas o agredidas. Que todas las mujeres debían ser libres de elegir con quién acostarse o a quién amar: altos, bajos, gordos, flacos, ricos, pobres, listos, tontos, hombres o mujeres. Que todas las mujeres merecían el mismo respeto por su condición de mujer que un hombre por su condición de hombre.
Sí, que todas las mujeres son personas.
Porque si olvidamos que todas las mujeres son personas, olvidaremos que todas las personas son personas. Y por supuesto que hay mujeres cuyos actos u opiniones no merecerán nuestro respeto, pero precisamente por sus actos y opiniones, no por el hecho de ser una mujer. Exactamente igual que debemos hacer con los hombres.
Y si olvidamos que las personas son personas, creeremos que nos deben algo y les quitaremos su capacidad de decisión. Les quitaremos su libertad. Les convertiremos en objetos de los que disponer y, en última instancia, a los que romper. Y entonces, perderemos nuestra dignidad como seres humanos. Nuestra dignidad como especie.
Así que permítanme cerrar el artículo con una recomendación. Una recomendación a toda aquella persona que, aun después de leerlo, todavía esté pensando en tomar una represalia violenta contra esa otra persona que le abandonó. Esa persona que prefirió a otro o a otra, quizá más alto o más guapa o más rica o más feo o más simpática o más grosera o más limpio o más pobre o más sucia. Esa persona que no le correspondió y no se dio cuenta de lo romántico o lo divertida que es. De lo buen tipo o lo buena chica que es. Si lo han meditado bien y el rencor que sienten hacia esa persona no les deja más alternativa que castigarla, si solo se ven capaces de aliviar su dolor inflingiendo aún más dolor y luego planean suicidarse; entonces les sugiero que inviertan el orden de las acciones. Les recomiendo que sigan los pasos de ese otro gran exponente del Romanticismo que fue Mariano José de Larra, que cuando no pudo soportar más el desamor de Dolores Armijo, decidió matarse.
Últimamente veo mucha literatura barata acerca de cómo ligar y cómo seducir a la mujer y todas basadas en lo mismo. Asumen por verdad absoluta que la mujer irá detrás de un tío que se lo tiene creído y que no se cuestiona que le gusta a las mujeres sino que se sabe un objeto de deseo. Venden una fórmula que al parecer funciona con todas nosotras de la misma manera y nos dejan como seres ligeramente caprichosos y vulnerables que empezaremos a perder la cabeza en cuanto el tío actúe como si nos tuviese ganadas y como si además de nosotras, pudiese tener otras opciones, como si seducir a las mujeres fuese como aplicar una fórmula matemática. Lo peor es que seguro que a muchos ese rollo les funciona, así que no sé qué es más triste
Calcetines sin Coletas no se hace responsable de las opiniones y comentarios de los usuarios. Comentar con respeto es vuestra obligación. Cualquier comentario que esté dirigido a las autoras del blog en un tono despectivo e insultante, será automáticamente eliminado.
Si le apetece hacer videos en youtube... que los haga, a quien le importa?
ResponderEliminarhabeis visto la novia de ferchu, chabeli lo delgada que esta??? esta esqueleticaaaaaaaaaaaaa!!! que mal!!!!!
ResponderEliminarhabeis visto a chabeli la novia de ferchu lo delgada que esta??? esta esqueleticaaaaaaa!!!
ResponderEliminarLas rayas son lo que hacen
Eliminarcierto.. adelgazas mucho cuando sigues la dieta a raya(s)
EliminarPor dios chicas.. ya tenemos bastantes machistas por el programita, como para aguantar a este vigorexico enganchao a los anabolizantes y a la buena coca, no publiqueis mas mierda de ese tipo porque es darle cancha a este tipo de fracasados malformados, y no necesitamos a otro cromañon mas diciendo gilipolleces, cuando no sabra ni deletrear el abecedario, hiere mi sensibilidad visual cada vez que lo veo.
ResponderEliminarA ver si este imbecil cree que su madrecita no abrio bien las piernas para su papi, o que su hermana no lo estara haciendo con los que pueda.... si yo fuera su madre sentiria mucha verguenza ajena leyendo y escuchando las cosas que este ha dicho sobre las mujeres.
Y el tio liga mogollon tratando a las mujeres como las trata....
ResponderEliminarQ vuelva a myhyv
ResponderEliminarHace unas horas publique un comentario sobre este gilipollas y veo que no esta... yo no se si lo habeis borrado o que, pero lo unico que decia era la verdad. Que este pobre cateto ignorante es un puto machista, ademas de un vigorexico de mierda enganchao a los anabolizantes y a la farlopa....y que menudas las y los chonis que se meteran en la cama con este cerdo apestoso, que seguro y tendra mas ETS que un travelo sidoso callejero, bueno.. que tan siquiera alguien quiera echar un mal polvete con este picha corta ya lo dice todo, muy inteligentes y cuerdos no deben ser las tias y tios que se lo follan...
ResponderEliminarY lo ultimo era que.. a ver si se creia este asqueroso que su madrecita no abrio bien las piernas para su papi, quizas ese fue el problema, que las debio de cerrar para no tener que parir a tal elemento.... yo si fuera su madre sentiria verguenza ajena de tener un hijo varon que dice tantas gilipolleces y denigra de ese modo a la mujer
...que se acuerde este afeminado que tiene madre, hermana y demas...asi que si todas son unas "iguales", TODAS lo son entonces
No me extraña que te hayan borrado el comentario....
EliminarSe puede decir lo mismo con un poco mas de educacion...
Eliminarsera la misma que tiene rafita mora con todos y todas...
EliminarEducacion con este machista vigorexico??? de hecho, creo que me quede corta en cuanto a mi comentario. Como mujer ofende leer y escuchar las cosas que este ha dicho y dice sobre las mujeres tantos en las redes, como hizo en television en su dia. Él falta el respeto continuamente, y no solo hacia las mujeres, sino a los que no tienen musculitos, a los que llevan gafas, a los que no estan curtidos hasta el culo de rayos, a los que no son guaperas a sus ojos, etc, etc.. con lo cual que tipo de respeto merece este ser?!
Eliminareducación con él no
Eliminareducación con todas/todos los que leemos tu comentario
él no sabe leer, no va a leer tu comentario
pero nosotros sí
y como alguien dijo una vez: me gustan más los comentarios ingeniosos que me hacen reir que los que se cagan en la madre que lo parió
:-)
Bua! Miedo me da q alguien le tome en serio...
ResponderEliminarJossi, el que fuera pretendiente de Liz y posteriormente lo intentara con María, vuelve a por Triana la nueva tronista....
ResponderEliminar////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
Aldo, el cubano que entró primero a conquistar a Lola y más tarde a Liz.... ahora vuelve a por Triana!!!!
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RECICLAR, RECICLAR, RECICLAR SIN PARAR.....................
Falsos...mas falsos q un billete d 300€
EliminarJosi q iba de digno....la dignidad tiene un precio, en este caso bastante barato
Eliminarvieron una presa facil, y van a por esta chica porque se nota que la pobre no tiene muchas luces
Eliminarqué patético rafa...despues de este video ninguna mujer deberia acercarse a ti mas de un metro...ni tu madre!!!!!
ResponderEliminar+1000
EliminarVAIS A FLIPAR, ESTO DE LO QUE HABLA RAFA, EN EEUU ES UN NEGOCIO (SEGURO QUE EL ASPIRA A HACER LO MISMO)
ResponderEliminarEn la que se ha convertido en una de las citas más célebres de Joss
Whedon, el director y guionista norteamericano dice: «Hazlo oscuro,
hazlo sombrío, hazlo duro, pero entonces, por el amor de Dios, mete
algún chiste». Seguramente Whedon tiene razón, pero quizá hay un
momento en el que no caben los chistes ni la ironía ni el sarcasmo.
Porque hay temas que deben leerse sin aligerar. Porque hay temas donde
nos estamos jugando la supervivencia de nuestra dignidad como seres
humanos.
Porque el machismo hace un daño terrible a todo el mundo, incluso a los hombres
Hace unas semanas, Lara Monrosi e Ignacio Tudela publicaban un
artículo en el que, de alguna manera, denunciaban los métodos y las
prácticas de Álvaro Reyes, autodenominado «gurú de la seducción».
Reyes se gana la vida escribiendo libros, grabando vídeos e
impartiendo seminarios por todo el país, en los que explica a otros
hombres las técnicas adecuadas para solucionar sus «problemas de
inseguridad y de acercamiento con las mujeres». En definitiva, que nos
enseña a ligar. Como el artículo, los contenidos de sus clases se
acercan peligrosamente —cuando no se asientan de lleno— en los
territorios del acoso y la violencia de género: «No esperes su
permiso. Siéntete con derecho para hacer lo que quieres. Pedir permiso
es síntoma de inseguridad», «No te inclines hacia ella cuando ella
está hablando. Mantén una postura corporal erguida y dominante» o «Tu
reto es aprender qué es un “NO” de verdad y qué es un “NO” que
significa que sí» son algunas de las frases de presentación del
ínclito.
Puede que estas actividades nos resulten sorprendentes en España, pero
lo cierto es que los expertos en conquistas, o como les gusta llamarse
a ellos, Pick Up Artists («artistas del ligue»), son un fenómeno
razonablemente frecuente en la cultura anglosajona y especialmente en
los Estados Unidos. Algunos de sus más famosos representantes como
Ross Jeffries o Zan Perrion llevan dedicándose a esto desde hace más
de diez y veinte años y forman parte estructural de un negocio
enormemente lucrativo que incluso tiene su propia asociación
internacional: la IDCA, International Dating Coaching Association. Y
casi todos ellos basan sus prácticas en la consideración de la mujer
como mero objeto de conquista. Y al final, como mero objeto.
Piensen en el lema que emplea Frank T. J. MacKey, el personaje
interpretado por Tom Cruise en Magnolia y que es el epitome de la pick
up culture: «Respeta la polla. Domina el coño». Sin embargo, si han
visto el formidable filme de Paul Thomas Anderson, sabrán que bajo la
sudorosa cáscara misógina de MacKey se esconde un enquistado rencor
hacia los hombres. Y por eso se lleva su dinero.
Hace dos años, la periodista Katie J. M. Baker destapaba en Jezebel la
existencia de una peculiar subcultura deAnti-Pick Up Artists. Los
miembros de esta comunidad son hombres resentidos tanto con las
mujeres que no quieren estar con ellos, como con los gurús del ligue
que les habían prometido éxito, pero que, en última instancia, no se
lo han proporcionado. Se sienten estafados económica, pero también
moralmente, por ellos.
De alguna manera, aciertan en la sintomatología —los gurús del ligue
Eliminarestafan a hombres—, pero se equivocan en el diagnóstico. Para ellos,
las mujeres siguen siendo las enemigas que les niegan su «legítimo»
acceso al sexo o incluso al amor; y los gurús que les han engañado
son, sencillamente, otros enemigos que se han aprovechado de su baja
autoestima y su ingenuidad a la hora de enfrentarse al «juego de la
seducción». De lo que no se dan cuenta, y fíjense bien, es de que es
precisamente la objetificación de la mujer, el considerar que ellas no
son nada más que un trofeo, lo que les ha llevado a creer a unos
charlatanes que vieron en ellos las víctimas propiciatorias de su
discurso falaz. Si tu comprensión de la sociedad te hace considerar el
amor como una suerte de acoso y derribo, como un asalto al castillo,
entonces, efectivamente eres una víctima. Pero no solo una víctima de
los que te estafan en primer grado, sino de tu propia concepción del
mundo. Y sí, eres un hombre y eres una víctima del machismo.
Ser blanco es la hostia, porque puedes viajar a cualquier punto del
tiempo y te van a tratar como un rey. Si eres negro, lo tienes jodido.
Eso sí, los blancos podemos viajar a cualquier punto del pasado,
porque en el futuro lo vamos a pagar con creces. Nos van a dar bien
por el culo por todo lo que hemos hecho. Y desde luego que nos lo
mereceremos. (El humorista Louis C. K., congratulándose de ser
blanco).
Escuchando a Louis C. K., me pregunto si los hombres ya estamos
empezando a pagar por los milenios de una sociedad machista. Y si es
el propio machismo el que nos lo está cobrando, aunque no nos demos
cuenta.
Con cierta frecuencia se acusa a determinados anuncios televisivos de
ser feministas, hembristas o feminazis. Sin duda, la imagen que
proyectan de los hombres es la de unos incapaces, unos inútiles en lo
que respecta a las labores domésticas. Seguramente conocen a más de un
hombre que es así, de igual manera que conocerán a más de una mujer. Y
también conocerán a muchos hombres y mujeres perfectamente competentes
en el hogar. Ahora, ¿realmente creen que esa imagen estereotipada del
hombre como palurdo doméstico es feminista? ¿Que es una contestación a
los innumerables anuncios machistas que ha habido en el último siglo?
No.
No lo es. Ese anuncio hace exactamente lo mismo que el anuncio de
EliminarPonche Caballero: discriminar qué cosa es de hombres y qué cosa es de
mujeres. Y además perpetúa exactamente los mismos roles de género: los
hombres no tienen que hacer el trabajo de la casa porque ese es un
asunto mujeres. Porque han sido esos siglos, esos milenios de sociedad
discriminatoria los que han asentado una separación de intereses que
es, por otro lado, absolutamente ridícula, de lo que pueden dar fe
todos esos hombres y mujeres capaces y autónomos que ustedes conocen y
que hemos mencionado antes.
Evidentemente, que la publicidad nos considere a los hombres como unos
inútiles superficiales que solo estamos preocupados por el fútbol y
los coches es una chorrada comparado con la discriminación laboral, la
desigualdad salarial o la violencia sexual a la que se enfrentan
muchas mujeres. Sin embargo, sin llegar a tanto, el machismo social
también tiene algunas consecuencias graves para los hombres.
Según afirma la abogada Sofía Maraña en ABC, los datos del Consejo
General del Poder Judicial de 2012 dicen que, en situaciones de
divorcio con hijos, la custodia de los mismos se otorga en un 84% a
las madres, en un 9% compartidas y en un 7% a los padres u otros
tutores. Las asociaciones de padres separados que, en general, buscan
el, a priori loable, objetivo de la custodia compartida, a menudo
esgrimen estos datos para demostrar la desigualdad de las sentencias
judiciales y la flagrante discriminación a favor de la mujer que ellos
padecen. Como ocurre con los antigurús de la seducción, de nuevo
aciertan en la sintomatología —las mujeres se benefician de una
evidente discriminación positiva en el otorgamiento de custodias—,
pero en este caso ni siquiera emiten un diagnóstico. Ellos tan solo
quieren que desaparezca la discriminación para dar paso a una
situación más igualitaria.
Y es que cuesta creer que los parámetros que debe tener en cuenta el
juez a la hora de dictar su sentencia favorezcan a las mujeres en 84
de cada 100 pleitos; pero aún cuesta más creer que el juez haya
decidido desatender estos parámetros de manera consciente para firmar
así una resolución discriminatoria e injusta.
Lo que no cuesta nada creer es que, tras siglos de machismo social, la
jueza o el juez no sean inconscientemente parciales. Porque si los
roles de género han establecido durante eones que el hombre debe salir
a trabajar y las mujeres deben quedarse en casa como encargadas del
cuidado de los hijos, entonces es muy difícil que un juez, por muy
imparcial que deba ser, no se vea influido dramáticamente por la
sociedad en la que está inmerso. Y no me malinterpreten, por supuesto
que no hay nada malo en las labores domésticas ni en el cuidado de los
hijos; es un trabajo a veces arduo pero a menudo muy satisfactorio y
gratificante. Lo malo es establecer que solo a la mitad de la
población le corresponde llevar a cabo ese trabajo arduo. Porque
entonces, la gratificante satisfacción que suele conllevar también le
corresponderá solo a esa mitad. Y es el machismo el que nos la quita a
los hombres.
Pero el machismo es mucho peor, incomprensiblemente peor para las mujeres
EliminarFotografía: Man Alive! (CC)
Si son ustedes mujeres, es posible que le hayan pedido alguna vez a un
hombre —un amigo o su pareja, si son heterosexuales— que les acompañe
a la puerta de su casa para no ir sola. Quizá especialmente si esa
noche llevan puesto un vestido corto o una minifalda. Cuando a los
hombres nos piden dicha ayuda, la solemos ofrecer sin pensar en las
implicaciones que tiene que una mujer, por firme y dura que sea, pida
caminar acompañada. Y es que nosotros nunca sentiremos lo que sienten
ellas cuando oyen pasos tras de sí en la noche. Nunca prestaremos
especial atención a si nuestra ropa enseña demasiado los hombros o los
muslos o la espalda. Nunca tendremos que elegir si cruzar o no por una
calle solitaria por miedo a que nos violen.
Como dijo Neil Gaiman: «Todas estas situaciones son duras, tristes y
terribles. Puedo empatizar con ellas y puedo intentar entenderlas,
pero sé que nunca lo haré por completo».
Porque jamás comprenderemos lo que significa ser una mujer.
Seguramente recuerden la polémica que se levantó durante las fiestas
de San Fermín de 2013, en las que se vieron imágenes inexcusables y
absolutamente inimaginables en cualquier otro ámbito. La discusión
pública se concentró en dos puntos muy peligrosos: que algunas mujeres
reían y disfrutaban con los tocamientos, y que si no querían que las
tocasen, que no hubiesen enseñado las tetas e incluso que no hubiesen
ido a San Fermín.
No, miren, las cosas no funcionan así. O mejor dicho, no deberían funcionar así.
En primer lugar, porque puede que algunas de las mujeres disfrutasen
con los tocamientos, pero lo cierto es que, en 2013, se registraron
cuarenta denuncias por agresión sexual durante las fiestas. Y en
segundo lugar porque nos estamos saltando un paso fundamental: el
consentimiento. Que alguien enseñe las tetas no da derecho a que nadie
se las toque, es el consentimiento de la poseedora de esas tetas el
que nos lo concede. Por supuesto, enseñar las tetas en un lugar
público puede tener consecuencias, pero son consecuencias legales. Es
decir, quizá te pueden detener por desórdenes o escándalo público si
la legislación así lo regula; pero esa, y solo esa, es la
responsabilidad que debe asumir quien se desnude en público. La
responsabilidad del abuso es de quien abusa y solo de quien abusa.
Y no comprender esta clara división de las responsabilidades nos puede
Eliminarconducir a una asunción aún más terrible: que las mujeres no pueden
disfrutar en paz de una fiesta. Y que es culpa suya.
Afortunadamente, el propio Ayuntamiento de Pamplona pareció entender
la gravedad de estos hechos y, lejos de defender las agresiones como
propias de la fiesta, lanzó una campaña para este año 2014 en la que,
entre otras cosas, decía que «Hemos vivido en una cultura que protege
al agresor, pidiendo condescendencia a las chicas o las mujeres para
aceptar piropos, babosos intentos de ligue, molestias o acosos porque
estamos de fiesta, porque no pasa nada, porque es la costumbre, porque
eres mía o porque quiero que lo seas, aunque tú no quieras».
Sin embargo, el Ministerio del Interior no parece tener claro quién
debe asumir las responsabilidades de una agresión, y hace apenas unas
semanas, ha publicado en su web unos consejos para la «Prevención de
la violación». Entre estos consejos incluye no hacer autostop, no
transitar por calles oscuras y solitarias o no poner el nombre de pila
en el buzón de correos si la mujer vive sola.
Esto se llama terror.
Porque genera un estado de miedo constante y sostenido, y transmite
Eliminaruna desconfianza universal al identificar a todos los hombres como
potenciales agresores. Pero sobre todo, porque los consejos van
dirigidos solo a las mujeres, haciéndolas responsables de las posibles
agresiones que puedan sufrir si no los siguen. Y además, estos
consejos limitan libertades esenciales: si eres mujer no puedes
caminar sola, no puedes subirte a un autobús casi vacío y tienes que
renunciar a tu nombre de pila. Por si acaso.
Lo siguiente sería limitar las agresiones sexuales impidiendo que las
mujeres vistan con minifalda o con tacones. O incluso obligándolas a
no salir de casa. Ya saben, la mejor manera de que no te roben un
coche es no sacarlo jamás del garaje.
Pero, ¿saben cómo se reducirían las violaciones a una mínima
expresión? Enseñando a los hombres a no violar.
Por supuesto, la sociedad nunca se verá completamente libre de
violaciones, como nunca dejará de haber asesinatos o robos. Pero si la
cultura social deja de jalear y de alentar los comportamientos
abusivos y discriminatorios, si se responsabiliza a los verdaderos
agresores y se rechazan sus actuaciones desde todos los ámbitos,
incluyendo los privados, entonces créanme, las mujeres —todas las
mujeres, incluso las que nunca han sufrido ni sufrirán agresiones—
serán más felices y la sociedad —toda la sociedad, los hombres y las
mujeres— vivirá en igualdad y en libertad. Vivirá en paz.
Este es el vídeo que el joven de veintidós años Elliot Rodger subió a
YouTube la mañana del pasado 23 de mayo. Al cabo de una hora había
matado a seis personas y herido a otras trece. Regó de cadáveres el
campus de Santa Bárbara de la Universidad de California en Isla Vista.
Dos mujeres y cuatro hombres. Después se suicidó.
El vídeo se llama «Elliot Rodger’s Retribution», la represalia de
Elliot Rodger. En él, el joven se considera un hombre amable y
considerado. Y sin embargo, acusa a todas las mujeres que no le han
correspondido, a todas las mujeres que, según él, le han condenado a
seguir virgen precisamente por ser «un buen chico». Y también a los
hombres, a los «chicos populares» que sí han tenido éxito con ellas. Y
les advierte de que van a pagar por ello.
Tras los asesinatos, el portavoz de la familia Rodger indicó que
Elliot siempre había sido un chico con problemas psicológicos y
psiquiátricos y que había acudido durante varios años a terapia. Como
dije antes, nunca podremos estar libres de asesinatos o agresiones, y
fue el propio Rodger el responsable último de sus crímenes; pero sería
peligroso obviar la influencia del machismo social, lo que los
anglosajones llaman rape culture, en la formación de su personalidad.
Como recogió Alan Duke en la CNN, Elliot Rodger formó parte de la
comunidad Pick Up Artistsy, en vista de su «fracaso», acabó en la
Anti-Pick Up Artist. Su vídeo y su diario estaban salpicados con
frases de resentimiento y odio misógino: «¡Cómo se atreven todas esas
chicas a evitarme así! ¡Cómo se atreven a insultarme así! Merecen un
castigo y se lo voy a dar», «Cuando dejé las clases, dejé al fin de
ver a todas esas preciosas chicas que no podía tener», «¿Por qué las
chicas me odian tanto?», «Le di a todo el género femenino una última
oportunidad para concederme los placeres que yo merecía».
Tras los asesinatos, en Twitter aparecieron cientos, quizá miles de
Eliminarmensajes de repulsa no solo de los crímenes, sino de toda la rape
culture que había conducido a ellos. Y también de apoyo no solo a las
víctimas, sino a todas las mujeres.
El hashtag se llamó #YesAllWomen, y venía a decir que todas las
mujeres tenían derecho a tomar sus propias decisiones, fuesen
correctas o equivocadas. Que todas las mujeres podían vestirse como
les viniese en gana sin temor a ser insultadas, vejadas o agredidas.
Que todas las mujeres debían ser libres de elegir con quién acostarse
o a quién amar: altos, bajos, gordos, flacos, ricos, pobres, listos,
tontos, hombres o mujeres. Que todas las mujeres merecían el mismo
respeto por su condición de mujer que un hombre por su condición de
hombre.
Sí, que todas las mujeres son personas.
Porque si olvidamos que todas las mujeres son personas, olvidaremos
que todas las personas son personas. Y por supuesto que hay mujeres
cuyos actos u opiniones no merecerán nuestro respeto, pero
precisamente por sus actos y opiniones, no por el hecho de ser una
mujer. Exactamente igual que debemos hacer con los hombres.
Y si olvidamos que las personas son personas, creeremos que nos deben
algo y les quitaremos su capacidad de decisión. Les quitaremos su
libertad. Les convertiremos en objetos de los que disponer y, en
última instancia, a los que romper. Y entonces, perderemos nuestra
dignidad como seres humanos. Nuestra dignidad como especie.
Así que permítanme cerrar el artículo con una recomendación. Una
recomendación a toda aquella persona que, aun después de leerlo,
todavía esté pensando en tomar una represalia violenta contra esa otra
persona que le abandonó. Esa persona que prefirió a otro o a otra,
quizá más alto o más guapa o más rica o más feo o más simpática o más
grosera o más limpio o más pobre o más sucia. Esa persona que no le
correspondió y no se dio cuenta de lo romántico o lo divertida que es.
De lo buen tipo o lo buena chica que es. Si lo han meditado bien y el
rencor que sienten hacia esa persona no les deja más alternativa que
castigarla, si solo se ven capaces de aliviar su dolor inflingiendo
aún más dolor y luego planean suicidarse; entonces les sugiero que
inviertan el orden de las acciones. Les recomiendo que sigan los pasos
de ese otro gran exponente del Romanticismo que fue Mariano José de
Larra, que cuando no pudo soportar más el desamor de Dolores Armijo,
decidió matarse.
http://www.jotdown.es/2014/07/si-todas-las-mujeres-lo-son/
Me parto con la foto de panoli que habeis elejido!!!!! XDDDDD XDDDD XDDDD XDDDD
ResponderEliminarÚltimamente veo mucha literatura barata acerca de cómo ligar y cómo seducir a la mujer y todas basadas en lo mismo. Asumen por verdad absoluta que la mujer irá detrás de un tío que se lo tiene creído y que no se cuestiona que le gusta a las mujeres sino que se sabe un objeto de deseo. Venden una fórmula que al parecer funciona con todas nosotras de la misma manera y nos dejan como seres ligeramente caprichosos y vulnerables que empezaremos a perder la cabeza en cuanto el tío actúe como si nos tuviese ganadas y como si además de nosotras, pudiese tener otras opciones, como si seducir a las mujeres fuese como aplicar una fórmula matemática. Lo peor es que seguro que a muchos ese rollo les funciona, así que no sé qué es más triste
ResponderEliminarNo viene mucho al caso, pero sigue con Raquel o lo dejaron hace tiempo y no me he enterado? Gracias
ResponderEliminarEste..si no quiere a nadie, solo a si mismo y a los chuchos esos enanos que tiene de mascota
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